Puerto de Saint-Martin-de-Ré

Un puerto deportivo legendario en la isla de Ré

En la costa norte de la isla, dominando el Pertuis bretón, el puerto de Saint-Martin-de-Ré existe desde la Edad Media. Alrededor de este puerto se construyó el núcleo urbano de la isla: su posición comercial y estratégica hizo de Saint-Martin-de-Ré la capital económica histórica del departamento del Rhé desde muy pronto.

Doblemente protegido por murallas y un rompeolas, el puerto de Saint-Martin ha conservado su autenticidad, su escala humana y su accesibilidad. Compuesto por una dársena de varada y una dársena húmeda protegida por una esclusa, puede acoger actualmente 220 amarres, entre ellos varias decenas reservados a los visitantes y a los navegantes de paso, en la dársena húmeda y a lo largo del muelle. El pantalán de temporada instalado a lo largo de la Grand Môle permite responder a la demanda estival.

El tamaño de las embarcaciones autorizadas a fondear está limitado a 21 metros con un calado de 2,5 metros. Los multicascos y las semirrígidas no están permitidos en la dársena. Popular entre los navegantes por su animación nocturna y su proximidad a una amplia gama de comercios y servicios, el puerto de Saint-Martin también cuenta con todos los servicios necesarios para una escala satisfactoria: estación de servicio, duchas y aseos, lavandería, servicios técnicos para reparaciones, wifi gratuito, previsión meteorológica.

Un lugar intemporal para pasear

Repleto de cafés, restaurantes, heladerías y sus animadas terrazas, el puerto de Saint-Martin está situado en el corazón del pueblo histórico. Desde el muelle, se puede pasear por las callejuelas bordeadas de malvarrosas y que albergan una gran variedad de tiendas de moda, delicias regionales y recuerdos.

El puerto de Saint-Martin-de-Ré es el punto de partida ideal para recorrer el centro de la ciudad, y en sí mismo ofrece un marco ideal para pasear por el muelle Job Foran, el muelle de la Poithevinière, el muelle Georges Clemenceau, hasta el faro y el dique. La originalidad del lugar reside en la estructura circular de la dársena húmeda, que ofrece en su centro una pequeña isla urbana: sede de restaurantes de renombre, numerosas boutiques y galerías de arte.

¿Le apetece una visita? Desde nuestro camping en la isla de Ré, se puede llegar al puerto de Saint-Martin en pocos minutos en bicicleta, por los caminos que atraviesan los campos y luego por el Cours Vauban. En coche, los aparcamientos más cercanos son el del Bastión, al oeste, y el de la Citadelle, al este. Este último es también el más grande y tiene plazas disponibles incluso en temporada alta. Para llegar al puerto, basta con cruzar el agradable Parc de la Barbette o caminar por la Avenue Victor-Bouthillier.

A la vez animado y tranquilo, el puerto de Saint-Martin-de-Ré es una de las visitas obligadas de la isla, que ofrece un cambio de aires y encanto en cada estación.

Qué ver y hacer cerca del puerto de Saint-Martin-de-Ré

Una escala en el puerto de Saint-Martin-de-Ré también es gastronómica. Es el lugar perfecto para detenerse a comer especialidades marineras, ya sea frente a los barcos o en las calles antiguas. Entre los restaurantes, Le Tout du Cru es una visita obligada para los amantes del marisco. En el Quai de la Poithevinière, Madame Sardine, Le Skipper y La Marine le invitan a hacer una pausa para comer junto al agua. Por la tarde, disfrutar simplemente de un helado o una bebida fría en una terraza es siempre un momento agradable.

Desde el puerto, los notables edificios de la capital histórica de la isla están a tiro de piedra: paseando por el centro histórico, tendrá la oportunidad de descubrir la iglesia y su campanario observatorio, cuya cima ofrece una panorámica mágica de la ciudad fortificada y su puerto, tanto de día como de noche.

A dos pasos del Quai Job Foran, el Musée Ernest Cognacq recibe a los curiosos y aficionados a la historia para contarles la historia de la isla a través de sus colecciones de arte y objetos. A la salida, no se pierda la diversión para toda la familia en el Parque de la Barbette, con su parque infantil, su bar de ostras, su guinguette y sus pintorescos paseos en burro. Por último, recorra las murallas de atalaya en atalaya hasta la ciudadela y admire las vistas cambiantes del océano.